lunes, 13 de enero de 2014

La hipocresía del interior (Por Carme Valls-Llobet)

El debate de las ideas casi no existe ni en España ni en Cataluña, huérfanas de la “política” en mayúsculas. Celebrar una consulta o no celebrarla, no resolverá ninguno de nuestros problemas reales. Lo que necesitamos son propuestas políticas de verdad


Hacia 1959 Hannah Arendt trabajaba en una serie de textos para realizar una introducción a la política, que al final no vieron la luz mientras vivía pero que constituyen un valioso legado para la reflexión en tiempos de confusión, como los que nos ha generado la ausencia de “política” en mayúsculas, y de políticas públicas de parte de nuestros gobernantes en Cataluña y en el Estado Español.
Entre estos textos he recordado una frase dirigida por Hannah Arendt a todos los gobernantes que prefieren separar en lugar de compartir: "Cuantos más pueblos haya en el mundo, vinculados entre ellos de una u otra manera, más mundo se formará entre ellos y más rico será el mundo. Cuantos más puntos de vista haya en un pueblo, desde los que mirar un mundo que alberga y subyace a todos por igual, más importante y abierta será la nación.





Gobernados por ministros de mente estrecha, no nos puede extrañar que hayamos oído las palabras del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz alertando de la división creada en las familias catalanas por el debate sobre la independencia, sin advertir de forma hipócrita que fue su propio partido, el Partido Popular (PP), quien rompió la convivencia entre los españoles, creando animadversión hacia Cataluña al recoger firmas contra los catalanes, cuando aprobamos de forma claramente democrática el nuevo Estatuto de Cataluña.
Ha sido el PP el que con su deseo de uniformidad está intentando empobrecer el mundo que habíamos creado y que nos unía a todos los españoles. Más pobre, más cerrada, más desigual y más hipócrita es la España que está degenerando el PP, y que ha culminado con la propuesta de penalización del aborto, haciendo retroceder los derechos de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo a los de la época franquista.
Preocupados por mantener los votos de la derecha más extrema más que por gobernar, nos amenazan y de su interior fluye la hipocresía del que habla de división de la convivencia y al mismo tiempo la promueve para ganar votos. Porqué aunque la hipocresía nace como palabra griega con el significado neutro de actor teatral, acaba significando la disociación del que habla y aparenta lo contrario de lo que en realidad hace, a distancia de otras connotaciones moralistas.

El PP, preocupado por mantener los votos de la derecha más extrema más que por gobernar, nos amenaza y de su interior fluye la hipocresía del que habla de división de convivencia y al mismo tiempo la promueve para ganar votos


De la misma forma algunos de los partidos y plataformas que votaron en contra del Estatuto en Cataluña, también desarrollan una excelente hipocresía del interior. No piensan ni proponen políticas públicas y mientras tanto tapan las vergüenzas en sede parlamentaria de los que utilizaron dinero público para enriquecerse o para financiar a sus partidos. Se dedican a recoger votos y a repetir con monotonía una idea única, por lo que desconocemos si existen realmente otras ideas para construir el futuro.
El debate de las ideas casi no existe falto de propuestas políticas, como si sólo celebrar una consulta o no, nos tuviera que resolver algún tipo de los problemas reales que ahora tenemos. Faltan propuestas políticas que piensen más en mejorar el proyecto de desarrollo de Cataluña, España y Europa.
Vemos a diario como nuestros jóvenes  pierden la dignidad trabajando sin derechos, se marchan fuera sin objetivos y sin trabajo y pierden la esperanza de decidir sobre su futuro, que es mucho más complejo e incierto, que una consulta de separación.
Pero advierto con esperanza que muchos jóvenes sí han aprendido a moverse y vivir en un mundo de relación y han construido diversos mundos de comunicación entre ellos. En las redes sociales las hipocresías del interior quedan fácilmente desenmascaradas. No se puede acusar a nadie de romper la convivencia con la boca mientras con las manos se fomenta el odio, el asco, la separación y el miedo a la diferencia. 

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