jueves, 19 de diciembre de 2013

Federalismo en el Estado de bienestar (Borrador para amigos) (Por José Luis López Bulla)

El Estado de bienestar fue una conquista itinerante, especialmente de las izquierdas sociales y políticas, en el marco del Estado nacional y en el contexto de la empresa taylorista-fordista, que hoy están en profunda crisis. El federalismo necesita un programa de Estado de bienestar


Posiblemente uno de los escenarios que pueden darle mayor credibilidad social al federalismo sea el tratamiento que se le dé al Estado de bienestar. Un federalismo que no aborde tan importantísima cuestión deviene música celestial, y no será, como afirmaba Hegel, «una bandera en la cabeza de la gente». El tema es de la mayor importancia precisamente en estos momentos de concienzudo y sistemático ataque al Estado del bienestar y al conjunto de bienes democráticos que representa. Un ataque que está provocando, de un tiempo a esta parte, una reacción general de protesta en toda la piel de toro.    



Es obvio que el federalismo necesita un programa de Estado de bienestar. Ahora bien, a mi entender, es imprescindible situar una discusión previa acerca de los prerrequisitos o precondiciones de ese programa federalista. Por esta razón: el Estado de bienestar fue una conquista itinerante, especialmente de las izquierdas sociales y políticas, en el marco del Estado nacional y en el contexto de la empresa taylorista-fordista, que hoy están en profunda crisis. Por otra parte, los elementos más potentes  del Estado de bienestar tenían una fuerte característica centralista, sin que este adjetivo tenga en esta ocasión una connotación despectiva.
Así las cosas, no se puede elaborar un programa federal de welfare sin tener en cuenta que: 1) los federalistas no estamos por un Estado centralista; 2) el gigantesco cambio de paradigma que llamaré, por pura comodidad, postfordista; 3) la reconstrucción del Estado de bienestar tras la desestabilización que están produciendo las políticas neoliberales, así las del Partido Popular (PP) como, aquí en Catalunya, las del gobierno de Convergència i Unión (CiU). En resumidas cuentas, los federalistas no podremos elaborar un programa de welfare –teniendo en cuenta que un programa no es un zurcido de retales varios--  si no nos aclaramos antes en los prerrequisitos. Hablando en plata: no se trata de proponer una “plataforma reivindicativa” y, a continuación, ver de qué manera encaja en el proyecto federalista. Porque eso sería algo parecido a trazar las calles e inventarse después qué tipo de urbanismo requiere la ciudad. Peor todavía, obviando la compatibilidades de las calles entre sí y de todas ellas con el proyecto de urbanismo.
Seamos claros: se trata de abordar la crisis del Estado de bienestar como expresión de la crisis que pone en discusión no sólo el eje de poderes públicos, estatales y privados, sino también la consecución de determinados objetivos de política económica y fundamentalmente el conjunto de mecanismos que presiden la relación entre Estado y economía, entre economía y sociedad, entre la sociedad y las instituciones. Y, más todavía, la relación entre economía y cuestión medioambiental. En suma, no empecemos la casa por el tejado.  
Una última consideración: en la construcción de ese «urbanismo federal» deberían participar el mayor número de sujetos sociales,  políticos y del mundo de los conocimientos humanistas y técnicos.

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